John Ackerman

Morena: candil de la calle, oscuridad de su casa

Sin Embargo, 10 de abril de 2023

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ha publicado en su página web el proyecto de resolución del juicio SUP-JDC-1471/2022 elaborado por la Magistrada Ponente del caso, Janine Otálora Malassis (véase: https://www.te.gob.mx/media/pdf/84b08770af99196.pdf). Este proyecto propone que el pleno del Tribunal Electoral simplemente ratifique sus propias resoluciones definitivas e inatacables anteriores, de los juicios SUP-JDC-1903/2020 y SUP-JDC601/2022, que indican que los mandatos de Mario Delgado y Citlalli Hernández, como presidente y secretaria general del partido Morena, terminan el próximo 31 de agosto de 2023.

Esta nueva resolución no implicaría intromisión alguna en la vida interna de Morena. Al contrario, significaría la aplicación del más elemental sentido común. Delgado y Hernández fueron nombrados en 2020 por un plazo fijo e improrrogable de tres años y el estatuto de Morena prohíbe de manera tajante la reelección o la extensión de cargos directivos. Adicionalmente, la Ley General de Partidos Políticos obliga a los partidos a respetar su propia legalidad interna así como los derechos de los militantes, y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que los partidos son “entidades de interés público” que deben respetar los principios democráticos fundamentales contenidos en el artículo 41 de la Carta Magna.

Cuando sí hubo una intromisión grotesca e inadmisible en la vida interna de Morena fue más bien cuando el mismo TEPJF impuso a Delgado y Hernández como los nuevos dirigentes del partido en contra de todas las disposiciones del estatuto del partido. El 20 de agosto de 2020 (expediente SUP-JDC-1573/2019) los magistrados ordenaron al Instituto Nacional Electoral (INE) de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama a determinar la nueva dirigencia de Morena por medio de una serie de encuestas elaboradas por empresas privadas y abiertas a la población en general (véase: https://www.jornada.com.mx/2020/08/24/opinion/019a1pol) .

En aquel momento, Delgado y Hernández aceptaron gustosos la intromisión del Tribunal porque les beneficiaba. Pero ahora que el mismo Tribunal pretende obligarles a que respeten los estatutos de su propio instituto político, estos dirigentes protestan de manera airada en contra de una supuesta afectación a la vida interna del partido. 

Delgado ha señalado que “este es un proyecto que viola nuestros derechos políticos y que arrebata el poder de decisión al Congreso Nacional de nuestro partido, que es la máxima autoridad en Morena” (véase: https://morena.org/propuesta-de-la-magistrada-janine-otalora-viola-la-autonomia-de-morena-de-decidir-mario-delgado/). Hernández, ha denunciado que “nos preocupa que magistrados actúen de esa manera unilateral para meterse en nuestra vida interna” (véase: https://twitter.com/Radio_Formula/status/1644197283116752898?s=20).

La incongruencia entre sus posicionamientos públicos en 2020 y en 2023 demuestra que Delgado y Hernández en realidad no buscan defender la autonomía o la vida orgánica del partido, sino simple y llanamente aferrarse a sus puestos.

La ilegal extensión de sus mandatos, supuestamente hasta el 31 de octubre de 2024, busca permitir que los actuales presidente y secretaria general controlen el proceso de nombramiento de los miles de candidatos federales, estatales y municipales que estarán en juego durante las elecciones de 2024. La intención es generar las condiciones para repetir el mismo proceso que ya tuvo lugar en las elecciones intermedias de 2021, donde Delgado y Hernández utilizaron el mecanismo de las “dedoencuestas” para repartir a diestra y siniestra los cargos de acuerdo con sus filias, fobias e intereses personales. Este mecanismo de selección de candidatos tuvo un impacto sumamente negativo en el desempeño electoral de Morena y una reproducción del mismo esquema en 2024 podría ser catastrófico.

Ahora bien, Delgado y Hernández dicen que la extensión de sus periodos fue avalada por la “máxima autoridad” del partido: el Congreso Nacional. Pero la manera en que esta extensión fue “aprobada” en el III Congreso Nacional Ordinario, celebrado el pasado 17 de septiembre, fue a todas luces ilegal. El tema de la extensión del mandato de Delgado y Hernández jamás fue incluido en el Orden del Día y tampoco fue discutido o debatido como tal por la asamblea. Asustados por la posible opinión negativa del pleno del Congreso, los dirigentes prefirieron recurrir al clásico madruguete de colar de última hora, literalmente a la medianoche del día anterior, el tema de la extensión de sus mandatos como un Tercer Transitorio a la reforma estatutaria.  

Ninguno de los tres mil congresistas de Morena tenía conocimiento previo sobre este tramposo transitorio y jamás se realizó una discusión o una votación en particular de ninguno de los artículos de la reforma estatutaria. Al contrario, la asamblea del Congreso Nacional fue obligada a votar todas las reformas en bloque. Y frente a las airadas protestas de algunos de los congresistas en contra de esta evidente chicana parlamentaria, Rafael Barajas, quien conducía la sesión, cerró abruptamente la ronda de participaciones y regañó a los congresistas: “¡Por qué tanto pinche brinco, estando el suelo tan parejo, carajo!”, remató el caricaturista y Director del Instituto Nacional de Formación Política de Morena.

Pero hoy se abre una pequeña ventana de justicia y democracia para los y las militantes de Morena, y también para la ciudadanía en general que confía en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y el futuro de la Cuarta Transformación. Después de diez meses durante los cuales se han presentado cientos de litigios firmados por miles militantes de Morena pertenecientes a la Convención Nacional Morenista (véase: https://morenademocracia.mx/) en contra de los diferentes elementos ilegales del proceso rumbo al III Congreso Nacional Ordinario (incluyendo el contenido de la convocatoria misma, la compra y coacción del voto durante las asambleas distritales, el condicionamiento de programas sociales, la falta de publicación de los resultados de las asambleas, el dobleteo en cargos gubernamentales y partidistas, la irregular instalación del III Congreso Ordinario y la ilegal aplicación inmediata de los nuevos estatutos, entre otros) por fin el TEPJF tendrá que resolver el fondo de por lo menos una de las impugnaciones.  

Hasta la fecha, tanto la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) de Morena como la Sala Superior del TEPJF habían buscado pretextos estrictamente formales para evitar resolver los asuntos de fondo. En algunos casos la CNHJ y el TEPJF han “aventado la bolita” entre ellos en hasta seis o siete ocasiones desde hace meses. Pero en los próximos días finalmente habrá una resolución definitiva sobre una de las impugnaciones estratégicas: la inadmisible extensión unilateral de los mandatos de Delgado y Hernández.  

Si, a pesar de las presiones externas, el TEPJF decide mantenerse firme y hacer cumplir su propio criterio con respecto a la duración de los mandatos de Delgado y Hernández, se abriría un nuevo capítulo en la vida de Morena. Los relevos del actual presidente y secretaria general tendrán que ser electos en un Congreso Nacional Extraordinario con la plena participación de la militancia y existiría la esperanza de que se elija una nueva dupla más tolerante, democrática y respetuosa tanto con las bases como con la legalidad interna del partido.

Morena presume ser un partido diferente, surgido de un movimiento popular de masas que luchó durante décadas con el fin de ejercer la política de manera distinta.  “No somos iguales” reitera una y otra vez el Presidente Andrés Manuel López Obrador durante sus conferencias “mañaneras”. “Que llevemos tatuados en el pecho los principios de no mentir, no robar y no traicionar”, proclamó de manera emocionada y extática Mario Delgado al abrir los trabajos del III Congreso Nacional Ordinario de Morena.

Sin embargo, en los hechos el partido todavía no logra consolidarse como una organización sólida, plural, congruente y democrática. Y mucho menos ha alcanzado el sueño de convertirse en un verdadero partido-movimiento que involucre y tome en cuenta a las bases en la deliberación y la toma de decisiones.

La salud de un partido político no debe medirse por la cantidad de victorias anotadas en el corto plazo, sino por la fortaleza de su estructura interna, la vitalidad de su vida orgánica, así como su cercanía con las causas y las sensibilidades del pueblo. “Lo que fácil llega, fácil se va”, reza el sabio dicho popular. Y si Morena no rectifica pronto su camino, la serie de impresionantes victorias electorales que lo ha convertido hoy en el partido dominante en el tablero electoral podría simplemente esfumarse, dando pie a su pronta desaparición del mapa político, tal y como ocurrió con su antecesor el Partido de la Revolución Democrática (PRD).   

La crisis actual del partido es en realidad crítica y no se resolverá con la reiteración de vacíos llamados a la “unidad” cuyo verdadero propósito es silenciar a las voces críticas. Tampoco es conveniente seguir por la línea de la expulsión de los disidentes internos, como se ha hecho con 22 de los fundadores más congruentes del partido en Coahuila que protestaron en contra de los opacos mecanismos de selección de candidaturas.    

Morena debe demostrar en los hechos, no sólo con palabras, que es posible ejercer la política de otra manera, de expulsar o por lo menos poner en jaque al pequeño PRIista que todos tenemos dentro. Y algunos de los principios más importantes de esta política diferente, a la altura de las promesas históricas de la Cuarta Transformación, deben ser la pluralidad y la tolerancia, el debate y la discusión, y el respeto irrestricto a la institucionalidad democrática y a la voz de las bases.

Artículo originalmente publicado en Sin Embargo.

John M. Ackerman

Director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) e Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Escritor y activista. Doctor en Sociología Política y Doctor en Derecho Constitucional.

Comentarios

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  • De entrada mi querido John, te recuerdo lo que en todos mis anteriores comentarios a tus publicaciones he sostenido: Morena NO ES un partido político, es un Movimiento Político que armó, integró y operó un gran político: Andrés manuel López Obrador (AMLO). y tan es así, que Morena NO HA GANADO ninguna elección, todas las elecciones que ha habido desde el 2018 hasta hoy, las ha ganado AMLO, todos los ciudadanos que a lo largo y ancho del territorio mexicano hemos votado en estas últimas elecciones, VOTAMOS POR AMLO, no por Morena. Hoy en día, a la luz del fenomenal desastre que ha armado Mario Delgado y su Comité Directivo, Morena se ha convertido en la cloaca a donde llegan los más delesnables y reaccionarios deshechos de los otros partidos políticos. Y lo más grave es que ante este soberano desmadre, la oposición (a pesar de su palpable falta de oficio político) no tiene que hacer nada para recuperar el poder que tanto anhelan, nomás hacerse a un lado y dejar que las tribus de los nuevos izquierdosos, se hagan trizas entre ellos, como siempre ha sucedido. Y la unidad que pregona Mario Delgado es la tradicional «unidad prianista»: Tú me apoyas y yo te doy lo que me pidas y si no jalas, te excluyo y como dijo el innombrable Carlos Salinas de Gortari: «Ni los veo, ni los oigo». Y al Fisgón, no le puedes pedir que actúe como un político, porque no lo es, ni lo ha sido, es un caricaturista de izquierda, al que le endilgaron la enorme e importante tarea de educar politicamente a los nuevos miembros de Morena, pero de allí a que esté presidiendo una asamblea política, da risa. Sus actitudes troskistas en nada ayudan al movimiento político que está tratando de convertir en partido político. Así que mas vale que se pongan las pilas mis morenos queridos, o se los va a cargar el payaso en las próximas elecciones. Con democracia, Transparencia y Honestidad, hasta la victoria siempre!

  • Supongo que hay miedo a abrir el proceso y que la oposición tenga un espacio de maniobra. Mientras haya fuerzas actuando al margen de la ley y de la verdad, es un riesgo alto. Pos yo digo, yo nomás digo