Las grandes empresas digitales transnacionales se apropian cada vez más de nuestras auténticas redes sociales, esa interconectividad humana que nos une y nos fortalece, que nos da confianza y apoyo, que nos escucha y nos educa, que nos empodera y nos defiende. La misma carretera de alta velocidad que ha logrado acelerar las comunicaciones entre poblaciones tan distantes y disímiles alrededor del mundo, también ha facilitado la penetración de los intereses corporativos hasta las zonas más íntimas de nuestra existencia. La era digital nos ha hecho simultáneamente más conectados y vulnerables, más soberbios y menos protegidos, más voyeristas y menos informados.
Con el fin de entender mejor estos fenómenos, así como el impacto que puedan tener en la democracia y la convivencia social, desde el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creamos en 2021 un nuevo laboratorio digital llamado Tlatelolco Lab. Este jueves, 25 de mayo a las 18:00 horas el Tlatelolco Lab presentó su primer libro en la Casa Universitaria del Libro en la Colonia Roma, con el título “La disputa por la democracia en las redes y los medios: desinformación, narrativas e intereses en el México actual”, publicado en coedición con Akal Editores. Este texto reúne una serie de estudios de caso alrededor de la disputa por los sentidos comunes en las redes sociodigitales, incluyendo las elecciones presidenciales de 2012 y 2018, el “gasolinazo” de 2017, las protestas magisteriales de 2013-2014, las acciones gubernamentales ante la pandemia por COVID-19 y la Consulta Popular sobre el juicio a expresidentes en 2021.
Es hora de dar marcha atrás a la era del “tecno-optimismo”, en que se imaginaba que todos nuestros problemas de comunicación se resolverían por arte de magia a partir de la acción de las “benditas redes sociales”. Si bien las redes sociodigitales efectivamente han permitido la diversificación de mensajes y comunicaciones, en realidad las audiencias no han logrado convertirse en dueñas de sus propios destinos mediáticos e informativos. Así como el paso de la plaza pública al centro comercial como centro de convivencia social restringió la libertad de expresión, la expansión de las plataformas digitales también impone mayor control. Ahora son las empresas privadas las que determinan los límites aceptables a la expresión de acuerdo con sus “reglas de uso”, en lugar de las leyes públicas redactadas por el Poder Legislativo de acuerdo con nuestros derechos constitucionales.
La autocensura también ha llegado a extremos sin precedentes. Aunque uno lo borre de inmediato, cualquier video, texto, audio o fotografía que se suba a “sus redes” puede ser guardado, respaldado y difundido infinitamente y llegar a estar presente en absolutamente todos los rincones del mundo. Esta condición restringe de manera drástica nuestras posibilidades para la experimentación de ideas, expresiones y perspectivas.
Pero las redes sociales no digitalizadas todavía no han perdido la batalla. Nuestro nuevo libro del Tlatelolco Lab también documenta que los nuevos flujos de información, opiniones, imágenes y sonidos, han sido aprovechados por seres humanos de carne y hueso para estrechar sus vínculos efectivos, abrir sus horizontes reflexivos y fortalecer sus capacidades organizativas. Siempre hay resistencias y jamás existe el control total. Así como resistimos en su momento a la “teledictadura”, los ciudadanos conscientes y críticos también innovamos todos los días nuevas formas para resistir y darle la vuelta a la nueva “digidictadura”, con el fin de generar una sociedad más libre, participativa y democrática.
Adquiere tu ejemplar en la página web del PUEDJS.
Excelente presentación, será interesante leer el libro. Tiene muchísimo de cierto su introducción. Lo malo es que un número alarmante de usuarios, se han dejado envolver en ellas y pienso que han mermado su capacidad de deducción, pensamiento, análisis y mucho más su sentido común. Afortunadamente, no pertenezco a ese grupo, nunca me ha gustado encadenarme a nada y mucho menos a esa tecnología.