Por: John M. Ackerman (@JohnMAckerman)
Los resultados electorales del pasado 6 de junio garantizan la consolidación de los proyectos claves de Andrés Manuel López Obrador durante la segunda mitad del sexenio. El impresionante avance territorial de Morena en los estados y el control mayoritario sobre el Congreso de la Unión establecen un escenario propicio para canalizar cada vez más recursos hacia los más necesitados así como culminar con éxito las grandes obras de la presente administración.
Pero el rumbo que tomará la Cuarta Transformación después de 2024 está en el aire. Morena va encaminado a convertirse en un nuevo partido de Estado, capaz de ganar cada vez más elecciones y de dominar el tablero de la política nacional durante generaciones. Sin embargo, décadas de lucha y sacrificio serán en vano si este logro termina siendo a costa de los principios esenciales del movimiento que llevó López Obrador a la Presidencia: de no mentir, no robar y no traicionar.
No se trata, desde luego, de que Morena se convierta en coto cerrado de los “puros” o los “radicales”. El partido debe ir abriéndose a sectores sociales cada vez más amplios y conquistando nuevos terrenos. El debate interno no debe ser ideológico sino de principios. Si el movimiento pierde su brújula ética simplemente perderá su razón de ser.
El Presidente tiene toda la razón en no dejarse chantajear por quienes interpretan los éxitos del PRIANRD en la Capital y el Estado de México como un “acto de protesta” de parte de una clase media supuestamente “crítica y consciente”. Votar por Gabriel Quadri o Margarita Zavala para “enviarle un mensaje” a Morena constituye un acto de hipocresía suprema que solamente evidencia el poco o nulo compromiso del votante correspondiente con cualquier proceso transformador. El Presidente hace bien en decirle a este sector “¡Siga usted su camino!”.
Sin embargo, López Obrador cometerá un grave error si pone en el mismo saco a los millones de militantes y simpatizantes de Morena que hoy están auténticamente preocupados por el rumbo del partido.
La gestión de Mario Delgado ha sido sectaria en extremo. Ha mostrado una total falta de respeto para los estatutos, los principios y las bases del partido. Si no fuera por su torpe conducción autoritaria, facciosa y ensoberbecida, Morena hubiera arrasado en todos los rincones de la patria el 6 de junio.
Por ejemplo, no existe evidencia alguna de que se hayan realizado las famosas encuestas para determinar las candidaturas para los miles de cargos en disputa este año. Frente a la total opacidad en la materia, la única conclusión lógica para miles de militantes y simpatizantes es que en realidad estas encuestas jamás se realizaron y que todas las candidaturas fueron resultado del “dedazo” propio de los tiempos más rancios del PRI.
Esta imposición unilateral de candidaturas, muchas veces con perfiles totalmente impresentables, generó un terrible malestar. Y la falta de oficio político por parte de la dirigencia para incorporar y dialogar con los grupos desplazados propició un enojo profundo.
Quienes hoy expresan su indignación sobre el estado actual del partido no defienden intereses particulares, sino todo lo contrario. Su tristeza y angustia son las de un amigo que se decepciona con los pasos tomados por su compañero y le suplica rectificar el camino. Sus exigencias son las de un hermano de lucha que quiere participar en la generación de una solución colectiva que satisfaga a todos y todas.
Este proceso electoral ha demostrado que los verdaderos “ambiciosos” no son los críticos sino quienes se envuelven en un halo hipócrita de “unidad” y de “defensa de la Cuarta Transformación”, pero en realidad se dedican a golpear y a difamar a sus compañeros de partido, recurren a los medios chayoteros, pactan con los corruptos del viejo régimen, sabotean elecciones y forman nuevos partidos para postular a sus amigos y socios.
Estos actores quieren aprovechar de la contundente victoria del 6 de junio para sacar raja para su secta. Presumen su “efectividad electoral” en el terreno de batalla, pero sus conquistas son en realidad pírricas porque sacrifican las grandes causas de la transformación.
No hay duda alguna de que López Obrador ocupará un lugar prominente en los libros de texto como uno de los mejores estadistas que jamás haya gobernado la Nación, junto con figuras como Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. Pero los historiadores del futuro también darán cuenta de la manera en que el tabasqueño haya dejado encaminado la Cuarta Transformación al final de su sexenio.
Los equilibrios son esenciales y hoy es el momento perfecto para escuchar la voz de los críticos. Urge generar desde ahora las condiciones necesarias para contar en 2024 con un partido democrático, plural y fuerte, no sólo capaz de ganar elecciones sino también de movilizar a la ciudadanía en su conjunto a favor de la esperanza y la transformación social.
Ante la oleada del golpe blando, muchos apoyamos al Presidente y sus esfuerzos por dar transparencia a los hechos de gobierno, excelentes, y no tanto por el «llamado» de los líderes del partido.
AMLO estadista genial si, quiza lo que necesitamos sea que nos ordenen, pero seria bueno abrir espacios para consensos esto es escuchar y llegar a acuerdos.
Definitivamente la forma impositiva de «perfiles impresentables» (muy decentemente descrito) de algunos candidatos de Morena, no fué ni más ni menos que un aviso para que no pongamos los huevos en una sola canasta. Delgado actuó de una manera irrespetuosa tanto para adeptos y seguidores de AMLO como para los miembros activos en ese partido (Morena) que merecían más. (En algunos casos)
REVICION Y ENTREGA DE CUENTAS, ACIERTOS Y FALLAS DE LAS CANDIDATURAS, AMPLIACION DE LA MILITANCIA, HABRIR EL PADRÓN HAY MUCHAS PERSONAS QUE QUEREMOS AFILIARNOS, CONVOCAR A UN CONGRESO CON MIRAS AL 2024, UNIDAD NADA DE SECTARISMOS( recordar en que acabo el PRD)
Excelente artículo mi querido John.
Las elecciones intermedias del pasado 6 de junio, históricas por el enorme número de puestos de elección popular en juego, adquirieron dimensiones de epopeya para la 4T por la arrolladora victoria de «Morena» en el ámbito nacional, ganar once de quince gubernaturas y 186 diputados federales en el nuevo Congreso de la Unión, lo que realmente significó fue un nunca antes visto espaldarazo popular al gobierno de AMLO, que fue el triunfador absoluto en estas elecciones, a pesar de los gravísimos y garrafales errores que cometió la diligencia nacional de ése híbrido movimiento llamado Morena, de allí mi entrecomillado al escribir Morena; porque la falta de oficio político de Mario Delgado, que torpemente hizo a un lado a la exigua base nacional morenista para pactar con lo más abyecto y corrupto del prianismo e imponer, mediante el tradicional dedazo, a candidatos que nada tienen que ver con los principios esenciales de no mentir, no robar y no traicionar, que inspiraron al Movimiento de Regeneración Nacional que llevó al poder a AMLO en 2018, propició que los dirigentes estatales de Morena no nada más abandonaran al partido, sino que de plano y abiertamente se pronunciaran por candidatos de otros partidos. Estos gravísimos errores propiciaron el triunfo del fantoche, fanfarrón Samuel García, en Nuevo León y de los caricaturescos Gabriel Quadri y Margarita Zavala en la CDMX.
Como bien apuntas en el último párrafo de tu columna, hoy, los equilibrios son esenciales y hoy es el momento perfecto para escuchar la voz de los críticos, para transformar a Morena en un verdadero partido de izquierda, que aglutine a los simpatizantes del movimiento y que REALMENTE sea una opción democrática «plural y fuerte» capaz de consolidar los logros de la 4T más allá del 2024, mediante la movilización popular «a favor de la esperanza y la transformación social» del pueblo mexicano, que es el verdadero significado de la 4T.
Se dice que Monreal apoya a Ebrard porque quiere CDMX.
Es FALSO. Monreal quiere ser presidente. Ha trabajado manipulando y haciendo alianzas con todos los actores políticos, incluyendo opositores, con ese fin.
Hoy es el político mexicano con más poder después de AMLO y el enemigo más peligroso de la 4T.
AMLO ha hecho varias cosas bien, pero la militarización no se la perdono, tampoco en educación ha cumplido, aumentó la cantidad pero no la calidad, mientras no haya a la cabeza de la educación alguien que la revolucione no va a mejorar. Otra cosa que no me gusta es la cantidad de escoria que arrastra Morena, gente como Delgado, Monreal , Sansores, etc.